
La exagerada cantidad de agua caída y la consecuente inundación que azotó a Exaltación de la Cruz reavivó la discusión acerca de las responsabilidades en la detención de la obra pública por parte del estado nacional
Las imágenes que nadie quería volver aparecieron nuevamente luego de los más de 300 mm que azotaron a Exaltación de la Cruz, distrito que no se llevó la peor parte en cuanto al caudal de agua. Zarate y Campana, San Antonio de Areco entre otras, recibieron 400 mm. Vivieron y viven un desastre trágico. Aunque las imágenes fueron similares a antaño, la situación no fue la misma en Exaltación.
La tormenta fue situada en la estadística climática como las más fuerte en los últimos 40 años, la violencia y la constancia de la verdadera cortina de agua que se precipitó sobre la región, quedará en el recuerdo de todos los Exaltacrucenses que en algún momento miraron al cielo preguntando. Cuando para.
Casi coincidentemente con la tormenta, el 15 de mayo del 2020, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff junto al jefe comunal Diego Nanni. Supervisaban la colocación de uno de los dos puentes aliviadores en la cuenca del Arroyo de la Cruz, que luego fue ensanchada permitiendo que el cauce natural aumente su capacidad de contención hídrica, además de la limpieza y dragado que se implemento en el arroyo.
La complejidad de las tareas necesitaron también del entubamiento y la instalación de una válvula de control, que se puede ver fácilmente en parte, cuando se ingresa por ruta 39 ya que cambió la fisonomía del Paseo Arco Iris, que luce una loma alargada que corre paralela al arroyo y que incluye a la calle mitre como parte de las obras.
Todas acciones que estiraron en tiempo la recurrencia de las inundaciones, ya que hasta esta tormenta había dado resultado. Aunque faltan parte de las obras que se completarían, con un muro de contención costera y compuertas de control del agua, nadie puede asegurar que todas las medidas posibles, terminarán definitivamente con este tipo de eventos, teniendo en cuenta el cambio climático y el consecuente aumento desproporcionado de las precipitaciones.
Dentro de la severa problemática ocurrida en el distrito, los daños, las familias evacuadas, que lo perdieron todo. Los alcances de la tormenta pudieron ser peores, una vez caída el agua. Los tiempos de aviso se extendieron, pudiendo las autoridades adelantarse a los acontecimientos y avisar a los vecino, lo mismo sucedió con los escurrimientos del arroyo, que fueron más rápidos de los que hubieran sido sin las obras.
Las políticas llevadas adelante por la administración nacional, decidieron unilateralmente que la obra pública debía detenerse por completo a la voz del célebre. No hay Plata. Sin embargo, los fondos destinados a las emergencias hídricas que se obtienen con el impuesto del 5% a las naftas y del 9% al gas natural comprimido, contemplado en el Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica, es recibido por Nación, llegando a 99.000 millones de pesos durante el 2024.
A este panorama hay que sumar el cierre de Acumar (Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo) donde se paralizaron las tareas después de más de 300 despidos, lo que frenó tareas de mantenimiento fundamentales.